jueves, marzo 15, 2007

Kafka en la orilla (y III)...


-He quemado todos los recuerdos -dice escogiendo las palabras despacio-. Todos se han convertido en humo y han desaparecido en el cielo. Así que algunas cosas no podré seguir recordándolas por mucho tiempo. Olvidaré. Algunas cosas, no todas. También a ti. Por eso quería hablar contigo lo antes posible, aunque sólo fuera unos instantes. Mientras mi mente todavía pueda recordar.
(...)
-Lo más importante de todo es que tienes que salir de aquí lo antes posible. Cruza el bosque, vete y vuelve a tu vida de antes. Porque la puerta de entrada no tardará en cerrarse. Prométeme que lo harás.
Sacudo la cabeza.
-Señora Saeki, usted no lo entiende. Yo no tengo mundo al que volver. A mí nadie me ha querido, nadie me ha necesitado en toda mi vida. Aparte de mí, jamás he tenido a nadie en quien confiar. La "vida de antes" de la que usted me habla para mí no tiene ningún sentido.
-A pesar de ello, debes volver.
-¿Aunque allí no tenga nada? ¿Aunque no haya nadie que desee que yo esté allí?
-No es así. Yo lo deseo. Yo deseo que tú estés allí.
-Pero usted no está allí. ¿No es cierto?
(...)
-Entonces, ¿qué quiere usted de mí una vez esté yo de vuelta?
-Quiero una sola cosa. Quiero que te acuerdes de mí. Si tú me recuerdas, no me importará que el resto del mundo me olvide.
El silencio se abate entre nosotros. Un silencio profundo. Dentro de mi pecho crece una pregunta. Tan enorme que me obstruye la garganta y me corta la respiración. Pero consigo tragármela.
Le pregunto otra cosa:
-¿Tan importantes son los recuerdos?
-Depende. A veces no hay nada tan importante como los recuerdos.
-Pero usted ha quemado los suyos.
-Ya no me servían para nada.
(...)
-Adiós Kafka Tamura. Vuelve al lugar de donde has venido y continúa viviendo.
-Señora Saeki
-¿Qué?
-No le encuentro sentido a la vida.

Haruki Murakami

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