domingo, junio 04, 2006

caliente, caliente...

- hueles a chocolate

- sí, me encanta el chocolate. tu en cambio hueles a paja

- será porque estoy un poco seco, el sol me ataca día a día con sus rayos sin piedad

- y eso por qué?

- tal vez sea porque de pequeño jugaba al escondite con él y siempre acababa ocultándome en las sombras para que no me alcanzase

- crees que se enfadó por eso?

- sí, creo que no me lo perdonó nunca. lo dejaba horas y horas solo resplandeciendo para nada. la verdad es que le tenía miedo, calentaba tanto que me quemaba la piel. más tarde aparecían las ampollas. eran dolorosas

- seguro que él no quería hacerte daño

- no, seguro que no, pero no podía acercárseme, sin que un sarpullido enrojeciese de inmediato mi epidermis

- y él sabe que era esa la razón por la que te escondías? seguro que si lo supiese...

- no. no me dio tiempo a decírselo. herido en sus sentimientos corrió hacia una nube y no quiso salir de allí, cuanto más le llamaba, más se agarraba a su nube gris

- bueno, pues seré yo quien se lo diga

- tú?

- sí, yo! a mí no puede quemarme. lo llamaré para jugar con él. volverá a brillar en el cielo y aprovecharé su buen humor para hacerle entender tu temor

- harás eso por mí?

- sí, claro! es muy fácil

- recuerda que yo sólo podré salir cuando él esté tras alguna nubecilla leve que tamice sus rayos de manera tenue… entonces saldré y le pediré perdón

- no hará falta que le pidas perdón, veras!

- gracias!!!!!

Bomboncillo se deshacía un cuarto de hora después… no quedó nada de ella… sólo una mancha oscura y espesa en el suelo, que un niño atravesó veloz con la rueda de su bici… incívic!!!!! gritó un ciudadano regio que paseaba digna y decorosamente con su distinguida señora apostada al brazo que él le ofrecía lleno de orgullo y gran júbilo en esa tarde de junio… tantas cosas pasan en junio, cosas que ni tu ni yo imaginamos, cosas que pasan desapercibidas, que no estaremos obligados ni siquiera a olvidar, para qué agotar a la memoria con cosas superfluas, tan nimias!, o que queremos que lo sean para así descansar la mente, para dejar reposar la conciencia, hacer que se gaste dispersa en sueños tan mágicos como peregrinos en busca de ese instante realmente insólito, verdaderamente extraordinario… el momento en que sonarán las horas, anunciado por campanas que sólo suenan para ti, por ti, que señalan tu tiempo, que nunca es el de los demás… nunca, nada, es compartido por los demás, cada cual tiene su ángel, ese soplo cálido que sube por la espalda y que revela una presencia que únicamente tu puedes sentir, ese relámpago fulminante que extermina el espacio, dejando sólo el presente fugaz, nunca eterno, nunca para siempre, incansable y voraz en su aniquilamiento inmortal…