domingo, agosto 14, 2005

hastío en una tarde verano...




no quería yo escribir, no lo pensaba, hace tiempo que no tengo ya nada que decir y eso me paraliza aún más que nada... podría decirlo todo, vomitarlo todo aquí y ahora, a cada segundo tengo la posibiblidad de plasmar toda mi ira, mi rabia, mi frustación... pero pienso que no vale la pena, que ya nada de eso vale la pena... porque "eso" precisamente es algo que llevo haciendo desde los 15 años y por la misma razón, está ya muy gastado... me aburre este discurso vacío, me aburro de mi misma al oirme tatarear la misma canción, la misma melodía interminable que me repite infinitamente la misma letra, una misma letra cada vez más pobre, cada vez más lejos de mis propios sentimientos, una letra que con el uso ha dejado de significar nada, ajada
busco en los libros, en imágenes, en canciones, como he hecho siempre, signos nuevos que me saquen de este hastío, que de nuevo planeen para mí un rescate emocional, pero la liberación es breve, cada vez el plazo de la ilusión es más diminuto, apenas un espacio amarillo donde los sueños ya hace tiempo que no tienen ningún lugar, tal vez porque ya sé que cuanto más grandes son, mayor es también la desesperación en la que me quedo luego, varada en mi propia deriva y así, es mejor no soñar...
evito el dolor y con ello estoy evitando la vida, excluyo el dolor y con él, la vida entera... a veces parece como si no me importase, como si creyese que es posible vivir manteniendo el dolor aparte, pero me equivoco, sólo que 20 años de sufrimiento han sido suficientes para mí, han podido conmigo... me han destruido, o me he rendido sin más... ya no sufro, ya no lloro, ya no vivo... me he quedado sin fuerzas, me he desprendido de mí, de lo que fuí, olvidé pensando que así podría ser feliz...
ahora sé que me equivoqué... centré todos mis esfuerzos en olvidar y caí en picado en un presente para el que no estaba preparada, un hoy que no era el mío, no podía serlo, un hoy inhabitado que de repente tenía que llenar mi nueva yo, desprovista de memoria, caída del cielo como una rana en un día de lluvia... pero para entonces ya no podía llorar, estaba dentro del pacto, las lágrimas no salían, se negaban a salir, podía sentir desconcierto, sí, desasosiego, pero no dolor... el olvido se lo había tragado todo... y así las lágrimas no podían lavar, ni redimir, ni conjurar...

podría morirme ahora mismo y... no sentiría nada... tan sólo una leve tristeza por los que tal vez contaban conmigo, pero es que así no les sirvo... es que no se dan cuenta???? así no sirvo a nadie... no puedo... no puedo pensar en ellos porque no sé pensar en mí, porque estoy confusa y perdida en mi misma y no puedo salir de mí... enmarañada entre mis propias cortinas rasgadas pintadas de añil para la ocasión que me ocultan el rostro, la mueca extraviada que atraviesa los cuerpos de aquellos que se me acercan sin verlos siquiera, sin distinguir en ellos a los que son mis amigos... pero es que no es a ellos a quien busco... y los evito, evito que me detengan, que me hablen, que me hagan parar en este paseo mío por y hacia ningún lugar... que me hagan pensar en su presencia, en que están conmigo... no están, estoy sola, y lo sé... todo el mundo deambula sólo... si fuera con alguién iría a algún lugar... eso todo el mundo lo sabe... y que nadie se enfade por ello, nadie puede hacer nada por nadie, nadie puede salvar el alma de nadie... cada cual tiene que hacer lo que pueda con la suya... para unos un principio básico, para otros puro egoísmo... no lo sé, ni me importa, asumo mi posible error, mi posible acto de injusticia... no puedo justificarme, no pretendo la verdad universal, me basta con lograr la mía.

perdida, sin fe... no hay nada, ni siquiera me quedan lápices de colores con los que dibujar un mar para mí, un sol que me caliente con sus rayos dorados, una isla donde estar protegida del temporal, de este torbellino que me remueve sin que yo me resista... no hay defensa por mi parte, sólo abandono... me abandono a un destino que no me importa, al que no desafío porque no hay esperanzas... todo quedó atrás...


"Porque sueño yo no lo estoy. Porque sueño, sueño. Porque me abandono por las noches a mis sueños antes de que me deje el día. Porque no amo. Porque me asusta amar. Ya no sueño. Ya no sueño. A ti la dama, la audaz melancolía, que con grito solitario hiendes mis carnes ofreciéndolas al tedio. Tú que atormentas mis noches cuando no sé qué camino de mi vida tomar... te he pagado cien veces mi deuda. De las brasas del ensueño sólo me quedan las cenizas de la mentira, que tú misma, me habías obligado a oír. Y la blanca plenitud, no era como el viejo interludio y sí, una morena de finos tobillos que me clavó la pena de un pecho punzante en el que creí, y que no me dejó más que el remordimiento de haber visto nacer la luz sobre mi soledad".
De Léolo.

viernes, agosto 05, 2005

la campana de cristal...

«debe de haber unas cuantas cosas que un baño caliente no puede curar, pero yo conozco muchas; siempre que estoy triste hasta morir, o tan nerviosa que no puedo dormir, o enamorada de alguien a quien no veré en una semana, me deprimo, pero sólo hasta el punto en que me digo: "Tomaré un baño caliente".

medito en el baño. El agua tiene que estar bien caliente, tan caliente que apenas se soporte el poner el pie dentro. Entonces uno se desliza suavemente hasta que el agua le llega al cuello.

recuerdo todos los techos que había sobre cada una de las bañeras en que me he estirado. Recuerdo las texturas de los techos y las grietas y los colores y las manchas de humedad y la disposición de las luces. Recuerdo también las bañeras: las bañeras antiguas, con patas como garras, y las modernas bañeras en forma de ataúd, y las bañeras de mármol rosado de imitación, que semejaban estanques interiores de lirios, y recuerdo las formas y los tamaños de los distintos grifos y soportes para el jabón.

nunca me siento tan yo misma como cuando tomo un baño caliente.

me tendí en aquella bañera, en la planta diecisiete de aquel hotel sólo-para-mujeres, muy por encima del ajetreo neoyorquino, durante casi una hora, y sentí cómo volvía a ser pura.

no creo en el bautismo ni en las aguas del Jordán, ni en nada por el estilo, pero sospecho que lo que siento respecto al baño caliente es lo que los creyentes sienten del agua bendita.

me dije: "Doreen se está disolviendo, Lenny Shepherd
se está disolviendo, Frankie se está disolviendo, Nueva York se está disolviendo, todo se está disolviendo, y se está alejando y nada, ninguno de ellos, importa ya. No los conozco, no los he conocido nunca y soy más pura. Todo aquel licor y aquellos besos pegagosos que vi y la suciedad que se pegó a mi piel en el camino de regreso a casa se convierten ahora en algo puro."

mientras más tiempo pasaba allí, en el agua clara y caliente, más pura me sentía, y cuando por fín salí y me envolví en una de las toallas de baño del hotel, grandes, suaves, blancas, me sentía pura y dulce como un bebé.
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Sylvia Plath