ningún lugar seguro...
no hay ningún lugar seguro donde guardar los secretos, eso me entristece. Me entristece porque sé que a la larga se perderán, y que lo más importante, lo que más intensamente ha sucedido y ha ocupado la memoria, las emociones, se perderá, se esfumará... sin que pueda yo hacer nada más salvo sentirlos desvanecer dentro de mí. El paso de tiempo los irá conviertiendo en sombras, líneas apenas visibles que marcarán unos contornos que en su día fueron algo vivo, palpitante, refulgente, irán perdiendo su brillo, su color y pasarán a formar parte del pasado, de un esqueleto que la memoria irá dejando reposar en lo más recóndito de mi ser. Lo que fue no volverá jamás a ocupar su lugar, por mucho que me empeñe en evocarlo, por mucho que quiera hacerlo presente, y en todo caso sé que sólo servirá para que no viva mi vida, para que me ahogue entre recuerdos a los que me sujeto lo más fuerte posible en un último intento de hacerlos pervivir, y tal vez sea eso lo más injusto que pueda hacer... lo más cruel para ellos, y para mí... no sé si hay un destino, no sé si estoy siguiendo mi destino, si voy dibujando una línea o simplemente me dejo llevar por la corriente. A veces es muy difícil saberlo, a veces me resulta casi imposible distinguir todo ese caos que es la vida, de mi vida, se duda de si es una misma cosa o son cosas diferentes, y se tiene la sensación de que todo sigue muy bien sin tí, de que no te necesita, por lo que es inútil rebelarse, agitar los brazos y patalear, hasta caer agotado tras todo ese esfuerzo vano... uno siempre es un niño cuando lucha contra lo invisible, contra esos fantasmas a los que aún no ha sabido dar nombre, y que es eso precisamente lo que les da fuerza, su fuerza es tu debilidad, la mía, la de cada cual ante sus temores... su fuerza es tu incapacidad para nombrarlo, el hecho de que mientras no se nombra permanece invisible, oculto, y por lo tanto no se le puede hacer frente... nuestro fantasma entonces es una inmensa fuerza, una gigantesca bola de nada, de miedo, de duda, de silencio, de angustia, de desconsuelo, de ojos enrojecidos por unas lágrimas que no llegan a salir... de todo cuanto nos paraliza y nos destruye...
quisiera escribir mis secretos en algún sitio... dejar constancia en algún lugar de ellos, donde yo pudiera recuperarlos intactos, tal y como hoy los siento, y a la vez liberar a la memoria de su peso... todo ello sin el peligro del olvido... pero no hay ningún lugar en el que pueda hacerlo... tendré que ir a un árbol, buscar en él un agujero y susurrarle bajito mis secretos, para después cerrar ese hueco con barro, como sucede en Deseando amar?????
pero ya hay muchas cosas relegadas, o que a mí me parecen tan apartadas... y eso es precisamente lo que más me asusta... todas las cosas que pertenecen al pasado, todas las cosas vivas, todas las cosas que nunca más volverán a ser, que ya no me pertenecen... y soy incapaz de pensar en que aunque se van unas vienen otras nuevas, que todo es un continuo devenir, que mientras el tiempo transcurre, todo se llena y se vacía a nuestro alrededor... pero con todo hay algo que me intranquiliza, algo que me apena, que me deja el ánimo triste... de alguna manera a veces pienso que todo fue tan intenso, tan inocente y salvaje (por puro), tan desgarrador, tan decisivo y formativo (educativo), que nunca más podré sentir de la misma manera, y eso, eso precisamente es lo que echo de menos... esa primera vez en que el mundo aparece ante tus ojos, esa primera mirada con la que ves el mundo y se forma delante de tí... o que deformas y que luego tienes que reconstruir, una vez visto que en el mundo que te habías creado te es imposible vivir... creo, ahora, sólo ahora puedo verlo así, que el mundo que yo ví era demasiado grande para mí, que en él me perdía, que era un mundo de dioses y titanes, pero no podían habitarlo seres humanos, seres de carne y hueso... pero es que yo tampoco quería ser de carne y hueso... y supongo que eso fue lo más duro de admitir y lo más difícil de aprender... a ser insignificante, a no concederme ninguna importancia, a que mi transparencia fuese realmente transparente... sólo a partir de ese momento podría llegar a ser, sólo anulando los sueños, las fantasías, matando las quimeras aparecería la persona que vive en la realidad...
y con todo, a veces, me desespero, me desespero tanto que vuelvo a rebelarme contra este orden que, no obstante, sé que es el único que me mantiene, el único que me hace soportable la vida, esa misma vida que a veces me parece insuficiente... y no sé... me siento estúpida, estúpida después de tantos años malogrados, de tantos años interrogándome sobre la vida, sobre mi vida, sobre la realidad, sobre el querer y el poder de ese querer, la fuerza que otorga a quien continúa siempre con esa "su idea fija", con lo que más quiere en el mundo sobre todas las cosas, con tal de hacerlas realidad y que los sueños dejen de serlo, que no sean sólo sueños y transformen el mundo, el mundo entero convertido en sueño, sin que por una vez, una sola vez se rompa al tocarlo, como si fuera una pompa de jabón...
quisiera escribir mis secretos en algún sitio... dejar constancia en algún lugar de ellos, donde yo pudiera recuperarlos intactos, tal y como hoy los siento, y a la vez liberar a la memoria de su peso... todo ello sin el peligro del olvido... pero no hay ningún lugar en el que pueda hacerlo... tendré que ir a un árbol, buscar en él un agujero y susurrarle bajito mis secretos, para después cerrar ese hueco con barro, como sucede en Deseando amar?????
pero ya hay muchas cosas relegadas, o que a mí me parecen tan apartadas... y eso es precisamente lo que más me asusta... todas las cosas que pertenecen al pasado, todas las cosas vivas, todas las cosas que nunca más volverán a ser, que ya no me pertenecen... y soy incapaz de pensar en que aunque se van unas vienen otras nuevas, que todo es un continuo devenir, que mientras el tiempo transcurre, todo se llena y se vacía a nuestro alrededor... pero con todo hay algo que me intranquiliza, algo que me apena, que me deja el ánimo triste... de alguna manera a veces pienso que todo fue tan intenso, tan inocente y salvaje (por puro), tan desgarrador, tan decisivo y formativo (educativo), que nunca más podré sentir de la misma manera, y eso, eso precisamente es lo que echo de menos... esa primera vez en que el mundo aparece ante tus ojos, esa primera mirada con la que ves el mundo y se forma delante de tí... o que deformas y que luego tienes que reconstruir, una vez visto que en el mundo que te habías creado te es imposible vivir... creo, ahora, sólo ahora puedo verlo así, que el mundo que yo ví era demasiado grande para mí, que en él me perdía, que era un mundo de dioses y titanes, pero no podían habitarlo seres humanos, seres de carne y hueso... pero es que yo tampoco quería ser de carne y hueso... y supongo que eso fue lo más duro de admitir y lo más difícil de aprender... a ser insignificante, a no concederme ninguna importancia, a que mi transparencia fuese realmente transparente... sólo a partir de ese momento podría llegar a ser, sólo anulando los sueños, las fantasías, matando las quimeras aparecería la persona que vive en la realidad...
y con todo, a veces, me desespero, me desespero tanto que vuelvo a rebelarme contra este orden que, no obstante, sé que es el único que me mantiene, el único que me hace soportable la vida, esa misma vida que a veces me parece insuficiente... y no sé... me siento estúpida, estúpida después de tantos años malogrados, de tantos años interrogándome sobre la vida, sobre mi vida, sobre la realidad, sobre el querer y el poder de ese querer, la fuerza que otorga a quien continúa siempre con esa "su idea fija", con lo que más quiere en el mundo sobre todas las cosas, con tal de hacerlas realidad y que los sueños dejen de serlo, que no sean sólo sueños y transformen el mundo, el mundo entero convertido en sueño, sin que por una vez, una sola vez se rompa al tocarlo, como si fuera una pompa de jabón...